En unos días, la Confederación Internacional de Logias Escocesas (C.I.L.É.) cumplirá tres años de existencia administrativa, y celebrará su tercer aniversario de consagración el próximo 12 de marzo.
En el momento de su creación, algunos exclamaron: «¡Otra nueva obediencia!».
Es cierto, provenientes de varios Órdenes u Obediencias existentes, podríamos haber continuado viviendo, por comodidad, donde habíamos nacido masonicamente, un poco cobardemente, cerrando los ojos ante la profanización insidiosa, ante las burocracias asfixiantes que impiden trabajar, ante los discursos que los actos no dejan de contradecir…
Los principios, valores y virtudes masónicas conforman una ética para una vida con honor, confianza, benevolencia, respeto hacia los demás, y justicia: es todo eso lo que cultivamos en cada uno de nuestros talleres, sin olvidar vivirlos en el día a día, en nuestras vidas profanas.
Queríamos una Masonería sin conflictos, iniciática, acogedora, luminosa, en resumen, una Masonería auténtica.
Éramos un puñado, y poco considerados…
Han pasado tres años.
Nuestros talleres se han fortalecido y ampliado, tanto en grados como territorialmente. Trabajamos con el Rito más practicado en el mundo, sin obstáculos, sin barreras, y en una auténtica internacionalidad vivida. Recibimos cada vez más visitantes, atraídos por la rigurosidad en la simplicidad de nuestras reuniones, por el ambiente fraternal de nuestros talleres, y saben que no los aburriremos con un proselitismo de mal gusto.